3 de julio de 2009

Escenas Silvanas

[28-11-08][Bogotá]

Una tarde, de esas en las que por alguna razón que no vale la pena decir (porque sería una pena decirlo o porque no son penas) llegué a la esquina de esa calle, y el reflejo del sol sobre el gran símbolo frente a la puerta de la casa de poesía Silva me llamó. Acudí a ese llamado como suelo hacerlo con los llamados de las cosas que sin oír escucho y sin ver percibo. Solo entré, como José Asunción por su casa lo habría hecho una tarde como la mía y atendiendo un llamado que, se me antoja pensar, fue también del mismo tipo inmaterial que me ha llamado. Me senté en el sofá del corredor, el que queda mirando al patio, sin mayor objeto que ensimismarme un poco en esas cosas en las que suelo meditar y que tal vez no sirven para nada, o servirán algún día que quiera ir a terapia. Esa tarde, con una edición comprada en "septimaso" de la obra poética de Silva, me propuse aprender los nocturnos de memoria. Esa misma tarde recité el tercero en voz baja.

Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas..

JohnAB

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