28 de julio de 2009

Efímero

[27-02-07][Bogotá]

La encontré en el mismo autobús, justo a tres pasos de mí. Un relámpago de imágenes pasó junto a las manos temblorosas, subió por la voz tartamudeante, tocó la punta de mi frente humeda y bajó hasta el nivel de las rodillas dobladas y casi tambaleantes. Era ella después de tantos años, un poco más alta, un poco más seria, con la misma mirada perdida, pero tal como la recordaba. Me aseguré de verla tan fijamente y por tanto tiempo que perdurara su imagen otro lustro más.

Me miró, un instante bastó para recordarme a pesar del inmediato desden dibujado a fuerza de olvido. Ya no somos los mismos, pensé, quienes alguna vez se vieron frente a frente una tarde y sin hablar lo dijeron todo, quienes esa misma tarde empacaron sus recuerdos, sus palabras, sus papeles y su amor para guardarlos entre canciones, detrás de los diplomas enmarcados y las invitaciones dobladas; de los trofeos y las medallas que ahora polvorientas, perdidas y colgadas no son nada.

Ella giró la mirada hacia la calle como queriendo desaparecer, yo también me hice transparente de nuevo. Así se decidió. Un segundo antes de bajarme volteé para volver a imprimir en los recuerdos esos dos segundos que hace mucho tiempo acordamos atesorar mutuamente; esta vez fui yo quien quiso mantenerlo, ella no.


JohnAB

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3 de julio de 2009

Escenas Silvanas

[28-11-08][Bogotá]

Una tarde, de esas en las que por alguna razón que no vale la pena decir (porque sería una pena decirlo o porque no son penas) llegué a la esquina de esa calle, y el reflejo del sol sobre el gran símbolo frente a la puerta de la casa de poesía Silva me llamó. Acudí a ese llamado como suelo hacerlo con los llamados de las cosas que sin oír escucho y sin ver percibo. Solo entré, como José Asunción por su casa lo habría hecho una tarde como la mía y atendiendo un llamado que, se me antoja pensar, fue también del mismo tipo inmaterial que me ha llamado. Me senté en el sofá del corredor, el que queda mirando al patio, sin mayor objeto que ensimismarme un poco en esas cosas en las que suelo meditar y que tal vez no sirven para nada, o servirán algún día que quiera ir a terapia. Esa tarde, con una edición comprada en "septimaso" de la obra poética de Silva, me propuse aprender los nocturnos de memoria. Esa misma tarde recité el tercero en voz baja.

Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas..

JohnAB

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